

Ayer, la cofradía conmemoró, a través de un acto que llevaba preparando desde hace meses, el cincuenta aniversario de la coronación canónica de su Virgen, un guiño al pasado con el que sus hermanos quisieron rendir culto a su titular y recordar uno de los días más importantes de la historia de la cofradía: aquel 9 de mayo de 1965 en el que el cardenal Bueno Monreal puso sobre la Virgen una corona con la que puso de manifiesto la devoción que el pueblo cordobés ha profesado a la imagen durante siglos. Los más jóvenes no recordarán ese acontecimiento, pero las crónicas recuerdan que fue un día grande en el que Córdoba tomó la calle. Exactamente igual que ayer.
La imagen ha estado durante los tres últimos días celebrando un triduo de acción de gracias en el primer templo de la Diócesis, y tras un solemne pontifical que comenzó a las 19:30, la cruz de guía atravesó la puerta de las Palmas de la Mezquita-Catedral pasadas las 21:15, acompañada por representantes de una multitud de hermandades cordobesas que portaron sus respectivas insignias. Allí, bajo el repicar de las campanas del templo mayor de la Diócesis, fue recibida por una multitud de fieles.
La procesión tuvo un cariz diferente a a la que realizó la cofradía en su traslado a la Catedral el pasado martes. Si esta última estuvo marcada por un recorrido intimista en el que se recorrieron siete iglesias conventuales, el día de ayer tuvo un carácter más festivo, en el que la hermandad, que portó a su Virgen sobre su paso procesional, se dio un baño de masas ante una ciudad que se volcó y que estuvo abarrotada de una gran cantidad de turistas que tuvieron la oportunidad de ver de cerca a la Señora de Córdoba. La hermandad, que hace cinco días estuvo acompañada por el Coro Cantabile, contó ayer con la banda de música Nuestra Señora de la Estrella, que acompaña a la cofradía en su salida del Viernes Santo.
La histórica y gloriosa procesión estuvo también cargada de varias singularidades. El paso estrenó un llamador que ha sido donado por los costaleros de la hermandad y que fue bendecido el jueves en la Catedral. La pieza, en la que se aprecia de fondo la Cuesta del Bailio, está cargada de simbolismo, pues en ella se pueden observar diversos elementos relacionados con la corporación como el escapulario y el corazón con las siete dagas. La Virgen lució también su antiguo manto de Las Palomas, el mismo que llevó el día de su coronación canónica. La pieza, de terciopelo azul, bordada en oro y en la que destacan varias palomas bordadas en plata, fue estrenada por primera vez en 1897.
Durante su recorrido de vuelta, que transcurrió por Deanes, Jesús y María, San Miguel y Osario, no faltaron muestras de devoción. La Virgen recibió alguna que otra petalada, la agrupación de Peñas realizó una ofrenda y algunas calles del centro estuvieron engalanadas con diversos banderas conmemorativas. Ejemplos de una devoción histórica que sin duda alguna perdurará en el tiempo con la misma fuerza con la que se ha mantenido en los últimos cincuenta años.
P.H. - El Día de Córdoba - enlace a noticia

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