lunes, 13 de octubre de 2014

El estreno del manto de los dragones supuso para la hermandad de los Dolores el cierre de un periodo de varias décadas protagonizado por los enfrentamientos con el capellán del hospital a la hora de decidir cuál luciría la imagen cada Viernes Santo. Los dos mantos con dimensiones capaces en aquel momento eran los de Alburquerque y el de las palomas, ambos propiedad de las religiosas servitas, razón por la que la cofradía se plantea en 1921 solventar este escollo de forma definitiva con la confección de uno propio. El impulso del hermano mayor, Agustín Marín Carrillo de Albornoz, fue definitivo a la hora de materializar esta iniciativa. Al poco se constituye una junta encargada de recaudar fondos que cuenta con el respaldo del obispo Adolfo Pérez Muñoz, en aquellas fechas recién llegado a la sede cordobesa. 

En julio de dicho año, la junta de gobierno toma conocimiento de un boceto dictaminado por una comisión de expertos que no debió agradar del todo, puesto que se acuerda la convocatoria de un concurso para la realización del manto. Las bases del mismo, que se editaron y difundieron por toda España, especificaban las dimensiones de la pieza y sus características fundamentales. 
El resultado del certamen fue positivo, ya que se presentaron 19 trabajos, analizados por el jurado que levantó acta ante el notario Francisco Rodríguez Gonzalo, señalando que el dibujo ganador era el presentado bajo el lema ‘Sine labe concepta’ realizado por el cordobés Ricardo García de Vargas. Inmediatamente, la madre María Circuncisión de Jesús, como superiora de las Adoratrices, firma el contrato para su confección, recibiendo 8.000 pesetas en concepto de mano de obra.
El trabajo de estas religiosas de la plaza Vizconde de Miranda se ajustó al proyecto ganador y se estrenó en la Semana Santa de 1923, año en el que la hermandad de los Dolores suspendió su salida procesional del Domingo de Ramos y sólo participó en la del Viernes Santo. La prensa del momento sí se hizo eco del estreno, aunque de forma escueta, puesto que se primaban como elementos informativos aquéllos que no lo eran por repetirse de forma sistemática todos los años. Sólo el diario católico ‘El Defensor de Córdoba’, dirigido por Daniel Aguilera, se encargó en las fechas previas de anunciar de forma extensa el acontecimiento. El desaparecido ‘Diario de Córdoba’ sólo dijo que la Virgen de los Dolores “lucía el nuevo y valioso manto y una artística candelería”. Como curiosidad, ‘La Voz’, de tendencia conservadora, no hizo referencia alguna al día siguiente. 

En esta fotografía, donada recientemente a la hermandad por la camarera mayor, Florinda Fernández de Córdova, se aprecia con todo detalle el aspecto que tuvo el manto de los dragones el día de su estreno, ya que de inmediato las hermanas servitas completaron el bordado en las partes que tienen el terciopelo liso, adquiriendo así su conformación actual. En el mismo resalta el original paño de la Verónica, así como el medallón bordado en sedas y que reproduce el famoso ‘Pasmo de Sicilia’ de Rafael. Sobre las sienes de Nuestra Señora se ve la corona realizada en las postrimerías del siglo XIX según diseño del capellán Ángel Redel y que actualmente luce a diario la Virgen de los Dolores. Las dimensiones del paso son inferiores al actual, y en el mismo destacan los respiraderos de madera que sustituyeron a los decimonónicos de celosía, así como unos candelabros de cola, de sólo cuatro puntos de luz, que aún conserva la hermandad. La nota simpática la pone la guirnalda de flores, tradición común de la época en casi todos los pasos, que iba colgada a la altura de los respiraderos y que se aprecia en una de las esquinas.

Jesús Cabrera.
Boletín 26
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