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A lo largo de la década de los 40, el afán de superación de las cofradías cordobesas consigue enriquecer los desfiles procesionales de la Semana Santa en los difíciles años de la posguerra. Pese a los escasos recursos y los presupuestos modestos, en 1949 salen en procesión por las calles cordobesas 19 hermandades con 28 pasos.
Una de las tres novedades destacadas de aquella Semana Santa ocurre el 15 de abril de 1949, en la tarde del Viernes Santo, cuando inicia su primera salida procesional el nuevo paso del Cristo de la Clemencia --adornado con claveles rojos--, obra de 1939 del escultor Amadeo Ruiz Olmos, que desde el palco oficial de autoridades presenció la entrada en carrera oficial de la imagen.
En la plaza de Capuchinos, con la imponente estampa del Cristo de los Faroles --cuya advocación es la de Cristo de los Desagravios y Misericordias--, los devotos se aglomeraron para sentir las emoción de ver parejos, en simetría, dos imágenes espléndidas en un lugar de gran tradición cofradiera. Tras acompañar a la procesión del Santo Entierro, el Cristo de la Clemencia y la Virgen de los Dolores regresaron a la iglesia de San Jacinto seguidos de un numeroso gentío y de las fervientes saetas de La Talegona, la Niña de la Huerta y Rafael Gavilán.
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