Hacía frío y llovía a la hora prevista para iniciar la bendición, pero eso no impidió a más de un centenar de niños, acompañados por sus familiares, acudir a la iglesia de Capuchinos para pasar bajo el manto de la Virgen de los Dolores con el fin de recibir la tradicional protección que ésta reparte el día de la Candelaria. De los seis mantos con que cuenta la Virgen de los Dolores, ayer lucía el llamado de los alféreces provisionales.
Maite, fiel devota de la cofradía, acudió ayer, como cada año, con su hijo de un año, José Antonio, y tres sobrinos más. "No soy muy religiosa, pero tengo mucha fe a los Dolores y estoy segura de que protegerá a mi niño". Lo mismo espera Belén, que acudió con sus dos hijos a la iglesia. "Ellos no saben a lo que vienen, es una sorpresa".
La costumbre el 2 de febrero es acudir a misa y, con una vela, que representa la luz divina, para a continuación pasar bajo el manto y recibir finalmente el recordatorio firmado que certifica el paso del pequeño bajo la imagen. Ayer, por el mal tiempo, la misa se sustituyó por una breve liturgia que precedió al escalonado e incesante tránsito de pequeños de todas las edades. Ana acudió a la iglesia con su recién nacido de una semana, Raúl, para recibir la bendición. "He podido venir por casualidad, ya que el parto se me adelantó dos semanas", comentó contenta. A su lado, Blanca espera su turno en brazos de su abuelo Miguel junto a su hermano Alvaro. "Es la primera vez que venimos aunque la familia está muy ligada a esta iglesia. De hecho-- comentó el abuelo-- yo me casé aquí en el año 74". En la puerta, las camareras reciben los donativos voluntarios de los que entran y salen mientras me explican el origen de la tradición, que "rememora el día de la presentación de Jesús a la Virgen". Angel, hermano mayor de la cofradía completa la explicación más tarde. "En Córdoba, esta celebración se suspendió durante unos años para retomarse en los años setenta cada 2 de febrero".
ARACELI R. ARJONA - Diario Córdoba - enlace a noticia
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