domingo, 1 de julio de 2007

No hace mucho recibí una llamada desde Madrid que me refrendaba la finalización del divorcio musical de José de la Vega con su Córdoba natal. A la alegre noticia del estreno dentro de unos meses de la marcha "Ángeles, Reina", para la hermandad del Císter, se une también el encargo hace un par de semanas de una marcha procesional para la hermandad con la que este violinista cordobés mantiene lazos afectivos: los Dolores, que con la nueva junta de gobierno está recuperando el exquisito gusto musical que siempre ha destilado.

El caso de José de la Vega da la razón a esa frase que dice que nadie es profeta en su tierra. Y deja de no serlo hasta que llega a serlo, porque a buen seguro que después de esta travesía en el desierto -en la que las cofradías cordobesas no han mirado hacia quien ya escribía maravillas para Sevilla- estas dos marchas procesionales colocarán precisamente a dos hermandades, que gozan de un buen repertorio musical, en una categoría todavía más elevada, si cabe.

Parecerá un tópico, pero no quiero que lo parezca. Con la mano en el corazón debo decir que la imagen de la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores, es de las pocas que con tan sólo mirarla provoca un erizamiento de piel y unas emociones que pocas veces pueden repetirse. Hay Doloras que verdaderamente irradian dolor y hacen de éste que nos recreemos en su belleza. El ornato musical de los Dolores de Córdoba es más que significativo, no sólo en su vertiente procesional, sino también en el apartado de música para cultos internos. En esta ocasión, la marcha de José de la Vega se unirá a las ya existentes de Enrique Báez (Virgen de los Dolores yCristo de la Clemencia) Casualidades, o causalidades, de la vida, dos compositores que son violinistas. Y qué violinistas. Por lo tanto, esa sensibilidad, tristeza y melancolía que emana el violín cuando suena, a buen seguro que volverá a plasmarse en la partitura de José de la Vega.

Hay ganas de escuchar a José de la Vega en Córdoba, componiendo por y para su ciudad natal. De esta forma la plaza de Capuchinos crecerá en su ya rica historia musical. El presente se reencuentra con su pasado cuando una banda interpreta a Gámez el Martes Santo, a Melguizo el Miércoles Santo o a Báez el Viernes Santo. Ahora las notas de quien empezó en la música al amparo de ellos, será otro notario más de ese proceso donde la técnica y la mística se funden para cantar las mejores alabanzas en honor de la belleza de los Dolores y los Ángeles.

Con la música de d. José, Córdoba será más dolorosa y señora si cabe.
http://elatril-clavesol.blogspot.com.es
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