La banda de la Expiración de Málaga, el Coro Cantabile y la Escolanía del Niño Jesús estrenaron ayer en el Círculo de la Amistad «Los Dolores», la marcha que José de la Vega ha dedicado a la Señora de Córdoba, y que incluye una plegaria dedicada a la Virgen con letra de Jesús Cabrera.
- Parecía difícil hace un año que fuera a componer una marcha para la Virgen de los Dolores, ¿no?
- Hacer una marcha para la Virgen de los Dolores me llena de gran satisfacción por las circunstancias familiares y personales.
- Es decir, que es especial para usted.
- Siempre ha sido especial para toda la familia Sánchez. Yo ofrezco la marcha en nombre de toda la familia, porque aunque la he hecho yo, lo hago en nombre de todos. Porque tanto mi abuela, como mi madre, que era la mayor de sus hijas, las tías, y mi tío Javier, que fue el único que tuvo hijos, todos hemos sido devotos de los Dolores. A mí no me gusta titular las obras de una forma estándar, sino buscar algo que se diferencie. ¿Por qué «Los Dolores»? Porque en Córdoba siempre hemos dicho «voy a Los Dolores», nunca a la plaza del Cristo de los Faroles. Los cordobeses decimos que vamos a los Dolores, y por eso el título.
- ¿Cómo la describiría?
- Como no ha habido ninguna imposición, he actuado con libertad. Eso sí, un poco constreñido, porque ya he hecho catorce marchas, y catorce obras para un mismo fin y es muy difícil no repetirse, procurar variar un poco. También hay que mirar el carácter de cada hermandad. «Servitas de San Marcos» tenía que ser una cosa muy triste, muy triste, y salió así, pero al final dije «se acabó la tristeza», y metí una copla andaluza para terminar. Y en «Ángeles, Reina», lo mismo.
- ¿Los Dolores le impuso alguna condición?
- Libertad absoluta. Mirar a la Virgen, ver y oír para poder cantarla. Yo siempre cuando compongo canto. Lo más original es el final, que es una plegaria. Porque salió así, no lo sé, porque es la única de mis marchas que lo tienen.
- ¿Han pesado mucho los recuerdos personales?
- Sí, pero no sólo los recuerdos, sino las evidencias, como fotografías, sentimientos. Salió el comienzo de una plegaria y pensé que se podía hacer. Se lo dije a Jesús Cabrera y le pusimos letra, así que se puede cantar.
- De todas sus marchas, puede ser la que tenga más emoción propia.
- Siempre la última es la más querida. Si es la mejor o es la peor, me lo preguntan y no quiero responder. Cada una es cada una distinta, y cada una es para una misión distinta. Me han dicho a veces que haga alguna como «Triana, Tu Esperanza», y es que ésta salió así. Tratar de repetirse o hacer una igual, siempre me he negado, porque además es muy difícil.
- ¿Y es verdad que se retira con ésta o con la próxima?
- Ahora mismo sí. Tengo muchos años, 78, y esto, ya lo he dicho, me ha llegado 25 años tarde. Te coge, no sin fuerzas, pero sí sin ese entusiasmo que hubieras tenido hace 25 ó 30 años. Yo empecé a componer en el año 1952, y en mi último disco, que ha patrocinado la ONCE, vienen las primeras canciones que yo hice. Todo eso ha estado guardado durante muchos años en un cajón, en parte por falta de tiempo para material, porque me he tenido que dedicar a mi profesión de músico. Por otro, también un poco de miedo a la profesión.
- ¿Y eso?
- Porque yo soy un hombre muy claro. Si mi espíritu musical es que dos y dos son cuatro, no puedo poner que son cuatro y medio. Yo salí generación del 57, aunque a mí no me incluyeron, porque yo desde el primer momento, y eso no me he dado cuenta hasta ahora, empecé haciendo música clara, notal, «cantabile». Música española, andalucista. Al rememorar las canciones ya usaba yo la cadencia andaluza. Y seguía escribiendo así, pero lo guardaba. Y ahora me ha dado por sacarlas.
- ¿Por qué?
- Ha habido una circunstancia, que es la del director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, Francisco Javier Gutiérrez Juan, al que yo tengo que agradecerle mucho, que vio mi música y se preguntó por qué no se tocaba. Mi primera marcha, «Esperanza, Divina Enfermera», es de 1981, y la segunda, «Valle de Sevilla», es de 1990. Me dediqué a escribir, y escribía y algunos pedían, pero se hacía una vez, sin ninguna resonancia, y se guardaba. Hasta que Francisco Javier Gutiérrez, sin conocerme de nada y creo que contra viento y marea, grabó «Valle de Sevilla», «Servitas de San Marcos» y «Triana, tu Esperanza» y las incluyó en el disco «Maestros de la Pasión». Me encontré con tres grabaciones muy bien interpretadas, estupendas, y hasta la presentación habíamos trabajado sólo por teléfono, no nos conocíamos. Pero esto ya me coje casi con 80 años.
Luis Miranda enlace a noticia
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