Cada 2 de febrero, la iglesia de San Jacinto abre sus puertas a los más pequeños de la casa para que pasen debajo del manto protector de la Virgen de los Dolores. Esto ocurre desde 1976, cuando la Hermandad de los Dolores y el Cristo de la Clemencia decidió celebrar la festividad de la Candelaria. Este acto litúrgico coincide, además, "con la presentación del Niño Jesús en el templo", explicó ayer el vicehermano mayor de la cofradía, Francisco Ávalos, antes de que diese comienzo la celebración.
Ávalos incidió en que el acto "rememora la purificación de los niños" y destacó el nivel de participación. Y es que, hasta el templo de San Jacinto acudieron alrededor de 300 pequeños, acompañados por sus padres, madres y abuelos. Entre ellos, Toñi Cepedello, hermana de los Dolores desde "hace más de 20 años", quien llevó a su hijo de apenas seis meses para pasarlo por debajo del manto de la Señora de Córdoba. "La protección para el niño es muy importante", consideró. A su lado, su madre Antonia subrayó lo emotivo de pasar por debajo de la Virgen, algo que ella hizo el año pasado. "La sensación es muy bonita y siempre la llevas dentro", apuntó, al tiempo que se emocionaba y coincidía con su hija "en la protección que concede el manto durante toda la vida".
Aunque la tradición manda que sean los niños los que suban al camarín de la Virgen de los Dolores, que este año lució el manto de Las Estrellas, bordado por Esperanza Elena Caro en Sevilla y que también data de 1976, y pasen ellos sólo una vez en la vida, las personas mayores también renuevan su paso. Tal y como hizo el poeta Pablo García Baena, que no dudó en acercarse hasta la iglesia de San Jacinto para cumplir con el precepto.
Tampoco faltó a la cita, Carmen junto a sus hijo Álvaro y un grupo de compañeros de catequesis. "Su catequista nos ha dicho que pasar por debajo del manto de la Virgen de los Dolores les sirve de preparación para la Primera Comunión", detalló. Álvaro, junto al resto de amigos, no tuvo reparo alguno en encender su vela e intentar comprender la importancia que representaba el acto.
Antes de que diese comienzo la celebración, la hermandad repartió a los niños una vela para que la portaran en sus manos, como símbolo de la luz, cobijo y protección de la Virgen. Tras su paso, todos los asistentes recibieron un recordatorio con la fecha firmado por la hermandad de los Dolores.
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