Una segunda conmemoración de los Dolores de Nuestra Señora surge al calor de la Orden de los Siervos de María, pero en este caso considerando globalmente los sufrimientos de la Virgen a lo largo de toda su vida. El nueve de junio de 1668, el Papa Clemente IX Rospigliosi concedió para el tercer domingo de septiembre, a la Orden de los Siervos de María, celebrar Fiesta de los Siete Dolores de la Virgen. El Papa Pío VII Chiaramonti acaba extendiéndola para toda la Iglesia el dieciocho de septiembre de 1814, por tanto celebramos el II centenario de ello, en acción de gracias porque el Emperador Napoleón permitió su regreso a Roma, adoptando la misa y oficio de los servitas.
Estamos, por otro lado, en el I centenario de la reforma litúrgica de 1914 de San Pio X Sarto, que, con el fin de despejar el ciclo dominical, fijó esta fiesta el quince de septiembre, haciendo pareja con la del día anterior: la Exaltación de la Santa Cruz.
A todo ello sumamos una última conmemoración que nos trae a Carmona, sede de este congreso: el CCLXXV aniversario de espiritualidad servita en nuestra ciudad, que surgió con la agregación en 1739 de la Esclavitud rosariana de mujeres que rendía culto a la Virgen de los Dolores en la Parroquia de San Bartolomé a la Orden de los Siervos por Carta Patente del Prior General. Andando el tiempo los hermanos varones se instituirán en Orden Tercera dando lugar a un largo proceso de escisión que concluirá en 1783 con la aprobación de los terciarios y la marcha de éstos al Templo del Salvador, concediendo el Prior General nueva Carta Patente.
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