La Virgen de los Dolores es una de las pocas imágenes de la ciudad que posee un camarín con acceso y el único dedicado a una dolorosa que se sitúa en el altar mayor del templo que preside.
Tras una puerta situada en uno de los laterales de la sacristía, accedemos a una escalera de piedra negra de pretil moldurado, realizada hacia 1940 en sustitución de una anterior en recodo de más modesta factura, cuyo espacio se cubre por una bóveda de aristas con cintas de flores y molduras mixtilíneas.
En las pared izquierda de este acceso, encontramos una vidriera con el escudo de la corporación servita.
Al final de la escalera nos encontramos con una doble puerta, que tras abrirse nos brinda una de las bella instantáneas y emociones para cualquier devoto de la Señora.
El camarín está conformado por un ábside cubierto con una compleja venera y precedido por un espacio rectangular abovedado.
El espacio rectangular que le precede presenta dos puertas enfrentadas, una de acceso al camarín y la opuesta falsa, ambas con rica decoración realizada en yeso sobre estas y con sendos escudos de la hermandad,; este espacio se cubre con bóveda de cañón transversal decorada con finas molduras mixtilíneas y dispone en la clave una linterna de base elíptica.
La imagen de la Santísima Virgen se sitúa sobre una rica peana de grandes dimeniones, tallada en madera, dorada y policromada de gran valor.
El camarín posee una cripta inferior con columna central y bóveda en forma de abanico barroca de cuatro gajos, donde reciben sepultura las monjas servitas.
Tras el camarín hay un patio residual con naranjos al que abre la ventana.
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