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Simplement e...La Estrella de Triana
Éxtasis de miradas, ojos cautivados por el brillo de la Señora de Triana. Amanecía el sábado, pero el sol perdió su luz, perdió su brillo, porque la Reina de la calle de San Jacinto había bajado de su retablo se vistió con sus mejores galas y nos tendió su mano inmaculada.
Aun el domingo Triana era un bullicio, el puente, un incesante ir y venir de gente todos buscaban a la radiante Señora de Triana, a esa cuya cara es de nácar y manos de finísima porcelana, Ella lucia impecable, en un bellísimo altar y custodiada por dos ángeles bajado de la corte celestial, los que, a la vez que alumbraban el dulce rostro de la dolorosa, nos ofrecían la salvación del purgatorio con los escapularios de su orden predilecta y su saya le rezaba la Salve Estrella de los Mares.
Es indescriptible su hermosura y su dolor cautivante, Ella es simplemente…¡La Estrella de Triana!
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