Desde hace cuatro años, María Luisa y su hermana María acuden cada 2 de febrero a la iglesia de San Jacinto para que sus hijos pasen bajo el manto de la Virgen de los Dolores y "les proteja durante todo el año". Como ellas, numerosos cordobeses se dieron cita ayer en el templo para celebrar la festividad de la Candelaria.
La Hermandad de los Dolores y el Cristo de la Clemencia celebra desde 1976 la Candelaria, que coincide "con la presentación del niño Jesús en el templo", explicó el vicehermano primero, Juan José Jurado, antes de que diera comienzo el acto litúrgico. Aunque la tradición marca que se pase una sola vez por debajo del manto de la Virgen de Los Dolores, "todo cordobés tiene derecho a pasar", señaló. A pesar de ello, los niños fueron los auténticos protagonistas en el templo de San Jacinto, junto a sus padres, que aguardaron pacientemente hasta poder subir al camarín de la Virgen y pasar bajo su manto, el de alféreces provisionales, que tiene más de 30 años, apuntó Jurado. Pasar bajo el manto, continuó el vicehermano mayor primero, "significa amparo, cobijo y que Jesús es la luz del mundo". Prueba de ello, es que antes de que diese comienzo la celebración, todos los niños que acudieron a la cita -más 300- portaron una vela en sus manos. Los padres, sin embargo, no fueron los únicos que acudieron a cumplir con esta tradición, ya que muchos de los pequeños estuvieron acompañados por sus abuelos, como el caso de Elvira Cabrera, que con sólo un año de edad también pasó bajo el manto de la Virgen de los Dolores.
Entre lloros, gritos y sonrisas de los más pequeños, el sacerdote que se encargó de oficiar la ceremonia, Marcelino Priego, destacó la importancia de esta celebración "tan hermosa".
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