Había vivido la hermandad 220 años con un solo titular, un titular que traspasaba la devoción de un grupo de personas, un titular que era la Fe de una ciudad entera reflejada en un rostro nacarado. Por tal motivo, la llegada de nuestro señor fue un tanto "desangelada" y no exenta de detractores. Tardó 10 años en realizar su primera estación de penitencia, motivo por el cual las voces que pedían que la Señora de Córdoba no cerrara la Semana Santa cordobesa se hacían fuertes, "No puede ir un crucificado tras el Santo Sepulcro", se decía.
Pero El llegó a nuestra hermandad, a nuestros corazones y llegó para quedarse, para llenar ese minúsculo hueco que la dolorosa servita no llenaba. Poco a poco fue conquistando el corazón de las nuevas generaciones, incluso a llegar el caso de hermanos que se acercan a San Jacinto para ver a su Cristo y luego a su madre. Pero siempre a la sombra de Ella, de su majestuosa madre, la reina de Córdoba y es que la devoción de Nuestra madre de los Dolores es tal, que nuestro clemente señor será relegado a "nuestro Cristo". No en vano, es la única cofradía que antecede el nombre de María Santísima al de su hijo en el título de la hermandad "...y del Santísimo Cristo de la Clemencia".
Siempre se ha escuchado en los patios y pasillos del hospital una frase "si este Cristo no estuviera en esta hermandad tendría una enorme devoción" y razón no falta. Como muestra, su "hermano", el mismo que saliera un par de años antes de las gubias de Don Amadeo es capaz de movilizar a un barrio entero, de ser el centro devocional de una hermandad. Pero la Señora es la Señora, es la dueña del corazón de los nazarenos enlutados del Viernes Santo.
En su 50 aniversario la hermandad le realizó un cartel conmemorativo y un viacrucis extraordinario en el mes de febrero, lejos de los actos fastuosos que se celebraron un año después por el 25 aniversario de la coronación de la Virgen.
Este año es su 75 aniversario y aun ni tan siquiera lo hemos comentado. Celebrémoslo como El se merece, como nuestro Santísimo Cristo de la Clemencia se merece.
Rafa López.
Un 75 cumpleaños es motivo suficiente para celebración magna, por mucho que ahogue la crisis.
ResponderEliminarUn cartel, una función solemnísima...