sábado, 28 de marzo de 2015

Portada Abc-Córdoba
Miles de personas participan en las visitas de rigor a Capuchinos que son la entrada oficial a los días de la Pasión.

La plaza de Capuchinos cumplió con creces lo que se espera de ella en un Viernes de Dolores. Abarrotada e impregnada por la devoción de los fieles, de Córdoba y otros puntos de España, con la emoción contenida ante una jornada tan grande. Pero ayer fue además un Viernes de Dolores extraordinario, no sólo por la meteorología favorable -anuncio de una gran Semana Santa-, sino también por la celebración del Año Jubilar por el aniversario de la coronación canónica de los Dolores.
La Señora de Córdoba luce bella en el altar para dar la bienvenida a sus fieles, que se cuentan por cientos. Miles pasan ante sus tristes ojos a lo largo del Viernes de Pasión. Son las 10:41 y la luz baña Capuchinos, esplendorosa y presidida por un Cristo de los Faroles impoluto. En San Jacinto no cabe un alfiler y aún quedan 20 minutos para el inicio de la eucaristía, que oficia como marca la tradición el obispo de Córdoba,Demetrio Fernández. También asoma la cabeza algún que otro turista curioso, sorprendido por la fe que fluye en la plaza cordobesa, bulla cofrade durante toda la jornada de ayer.
A las 10:55 en el reloj hacía aparición en el templo monseñor Fernández. Tras él, las autoridades locales, representantes de la corporación municipal con el alcalde, José Antonio Nieto, a la cabeza, así como de la Diputación Provincial de Córdoba, de la Agrupación de Hermandades y Cofradías, miembros de distintos grupos políticos y diferentes hermandades. Nadie quiso perderse la efemérides. Tampoco la esposa del pregonero de la Semana Santa cordobesa en este 2015, Arantxa del Sol. Ya habló Finito de Córdoba en sus palabras de su pasión grabada a fuego por la Virgen de los Dolores, una devoción que comparte con su familia y que ayer dejó patente su compañera.
El Viernes de Dolores es una de las celebraciones litúrgicas con mayor arraigo en Córdoba, así como en el resto del país y fuera de sus fronteras. Solemne jornada que conmemora el sufrimiento de esta advocación mariana en la Semana de Pasión. El prelado quiso celebrar en su sermón el hecho de que cada año San Jacinto se convierta en «un río de devoción», que los cordobeses acompañen de forma tan cariñosa y animada a la Señora de Córdoba «en su camino de dolor pero también de gloria». Recalcó, además, que «el rostro maternal de María es punto de encuentro de las esperanzas de la humanidady ha sido así a lo largo de todos los tiempos», un sentimiento especialmente visible en esta jornada.
San Jacinto celebró ayer su jornada grande con el Año Jubilar mariano, que arrancó el jueves, como protagonista. «Debe ser un tiempo de renovación profunda para la ciudad. Un año de caridad, de reflexión, de alivio y consuelo. Días en los que debemos abrir el corazón a la solidaridad fraternal, en los que todos podamos tener alimentos sin necesidad de pedirlos», apuntó el prelado. En su oración de despedida añadió: «Que nunca falte el amor de los esposos, la apertura generosa a la vida y el perdón en la convivencia cotidiana».
Las colas de fieles siguen dibujando el ambiente de Capuchinos, y la celebración sólo acaba de empezar. El olor a incienso sigue impregnado a la señera plaza cordobesa. El ambiente es de excepción. El Viernes de Pasión se siente, el Domingo de Ramos se acerca y la devoción es más palpable que nunca. La Córdoba más cofrade sale a la calle. Es sólo el comienzo.
R.C.M. - abc - enlace a noticia
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