Ya era Viernes de Dolores. No para el mundo, que todavía tendría que esperar un par de horas, pero sí para la Iglesia, que conserva la costumbre judía de que el día empiece de verdad en el anochecer del anterior. Para la liturgia, era ya el último viernes de Cuaresma, que en Córdoba tiene el nombre ante el que se han postrado tantas generaciones de devotos, y no era uno más. Había ambiente de excepción en la plaza de Capuchinos. Brillaba el Cristo recién restaurado y las colgaduras en los balcones de San Jacinto anunciaban que pasaba algo grande, algo de excepción.
Los que vivieron el 9 de mayo de 1965 recuerdan que fue algo como nunca se había visto, y también el recuerdo de aquel día en sus cincuenta años tendría que ser un tiempo con señales propias. Un tiempo de gracia expresado en el Año Jubilar que este Jueves de Pasión para el mundo, Viernes de Dolores para la liturgia de la Iglesia, abrió el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.
Sitio para la gracia
Fue en un ritual lleno de símbolos, en el que no sólo se abrió un tiempo nuevo, sino también un espacio para la gracia, porque quienes acudan a las plantas de la Virgen de los Dolores pueden ganar la indulgencia si confiesan y comulgan. El ritual comenzó en el local de la plaza de Capuchinos desde el que salen los pasos de la cofradía. Allí comenzó la procesión, para esta ocasión y de forma excepcional, con la valiosa cruz de guía que abre el camino de la Virgen de los Dolores el Viernes Santo.
Numerosos sacerdotes acompañaron al obispo en este camino, que terminó en la puerta de San Jacinto, donde esperaba la imagen mariana más venerada de la ciudad. El obispo tenía que abrir las puertas y para ello, conforme a la tradición, utilizó un martillo que se había hecho para la ocasión. Evoca este ritual a los templos en los que hay jubileos cada ciertos años, desde San Pedro del Vaticano hasta Santiago de Compostela, en que se abre una puerta expresamente para estas ocasiones, y se tiran así los ladrillos que la tapan.
Allí, frente al vano que tantos cordobeses atraviesan antes de rezar a la Virgen de los Dolores, se leyeron la bula del Papa Francisco en la que concedía el Año Jubilar de la Virgen de los Dolores, y el decreto del propio obispo sobre el mismo tema. De rodillas, Demetrio Fernández fue el primer peregrino en ganar la indulgencia de la Virgen de los Dolores, que tantos visitarán en los próximos meses, hasta el 9 de mayo de 2016. Como tal, recibió la acreditación que la cofradía ha editado, con un dibujo de su venerada imagen. Dentro ya de la iglesia, la liturgia continuó a los pies de la Virgen de los Dolores y quedó abierto el Año Santo que ganarán tantas personas y entidades cristianas.
Luis Miranda - abc - enlace a noticia
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